Tengo muchos años de filmar y fotografiar graduaciones, y cuando anuncian el intermedio, la gente aprovecha para relajarse, platicar, revisar su celular, de todo, menos que poner atención al artista que está interpretando una pieza musical. Esa es la norma, lo que siempre pasa, y los artistas se conforman con la indiferencia de un publico frío por considerarlo maleducado.
Pero cuando Don Max Martinez, primer violinista de El Salvador, Byron Martínez, pianista hijo de Don Max, y el saxofonista Tomasino se pararon frente al público en el intermedio del cansado acto de graduación del colegio Champagnat todo cambió.
Comenzó una interpretación única, llena de fuerza, con un excelente repertorio con 2 canciones espectaculares. Los músicos captaron de inmediato la atención de todos, un silencio profundo permaneció durante el desarrollo de su acto. Al final de la primera canción la gente estaba extasiada. Faltaba la segunda, y como cuando un mosquetero da la estocada final a un público ya hechado a la bolsa comenzó Tomasino con su saxofon. Exquisitas notas inundaban el auditorio del colegio, la gente ya no sólo permanecía callada, ahora estaban pegados a su asiento. Tomasino soplaba con fuerza y parecía que su cara iba a explotar de tan rojo que se puso, pero era el sentimiento con el que todos los músicos interpretaban. terminaron de tocar, pasó un segundo, la gente seguía atónita, como si esperaban más, entonces la gente se levantó, aplaudió a más no poder, y hasta algunos gritaron, es que no se podía hacer menos, Don Max Martínez y su orquesta de cámara El Salvador lograron una ovación inusual, que dificilmente será olvidado.