Por Samantha Paredes
El 2020 ha traído consigo muchos cambios que han puesto a prueba nuestra resiliencia. Nos ha tocado camaleónicamente irnos adaptando a los retos que ha implicado, manteniendo la actitud positiva en medio de circunstancias únicas. A estas alturas del año, nos hemos sorprendido de la capacidad de adaptación que tiene el ser humano y cuán importante es la salud que a veces, damos por sentada.
En nuestro caso particular, nos vimos en la necesidad de aplazar nuestra ansiada boda religiosa un par de semanas antes de realizarla debido al COVID-19. Después de año y medio planificando, sosteniendo reuniones con proveedores, ahorrando, decorando… Dios nos demuestra una vez más que, las riendas las lleva Él y la última palabra la tiene Él.
Hemos de ser sinceros que sí, tuvimos momentos de tristeza al darnos cuenta que la pandemia no iba a desaparecer rápido y la gravedad del contagio. Eso hizo que nos uniéramos más como pareja, que confiáramos en la sabiduría de Dios y fuéramos obedientes a los llamados de prevensión. Me di cuenta, lo acertada que mi decisión ha sido al escoger a mi amado Boris como mi compañero para siempre, al ver la valentía con la que me ha protegido desde enjugar mis lágrimas cuando todo empezó hasta acceder a cada actividad creativa que hicimos en cuarentena para mantenernos activos mental y físicamente.
Aceptamos la realidad juntos y fue así como, con paciencia y calma, los centros de mesa fueron embalados, el vestido fue almacenado, el tuxedo fue suspendido, los zapatos nuevos fueron usados, los músicos fueron avisados… ese perfume especial fue guardado y claro, los invitados fueron notificados de la suspensión de fecha. Todo al son de una oración en nuestras mentes: Señor Jesús, en Ti confiamos.
Todo fue cambiado de un día a otro por trabajo desde casa, una cuarentena extendida, noticias mundiales …alcohol gel, en fin, tanto! Esfuerzos para la protección para que tu ser amado se mantenga saludable porque lo prioritario es su vida y bienestar.
La esperanza e ilusión se mantienen vivas en nuestros corazones. Claro, sentimos incertidumbre acerca de una buena fecha para celebrarla. Es normal, al no tener una bola de cristal para saber qué pasará en 3 meses, así que decidimos poner la fecha en manos de Dios aceptando que es mejor ser prudentes y alargar un poco más la realización de nuestros planes.
Nos concentramos en lo que sí podíamos hacer y nos dimos cuenta que teníamos una segunda oportunidad para lograr bajar de peso, para revisar la lista de invitados y agregar algunos más, de probar otro look y ahorrar más para lo que en algún momento tuvimos que tachar. Valoramos aún más la bendición de Dios, la unión de nuestras vidas para formar una familia y nos ha puesto en perspectiva en cuanto a la gran responsabilidad de un nuevo hogar.
Nos damos ahora cuenta que la luna de miel, será un viaje excepcional después de tanto tiempo sin poder salir del país y nos llena de alegría soñar con países que después de COVID tienen tarifas súper accesibles. Hagamos o no el viaje, sólo imaginarnos en destinos lejanos es divertido.
La espera se hace más ligera si confías y esperas lo mejor. Tendremos una boda para celebrar más que una unión: celebraremos si Dios lo permite, la vida!Si pasan por una situación igual, no están solos. Son muchos los que a nivel mundial estamos viviendo algo similar. La clave es que estás viviéndolo, sigues aquí y la gratitud de cada respiro es eterna.
Te prometo vas a bailar como nunca antes en tu boda, hoy por hoy, seamos dóciles y mantengamos el buen trabajo, siguiendo las medidas de prevención. Sólo tenemos el presente en nuestras manos: hazlo que cuente.
Un abrazo desde nuestra trinchera, de nuestro hogar hasta el tuyo.